La mañana empezó con lluvia, hubiera sido el ambiente perfecto para las dos horas prácticas de escritura en clase, si tan solo no tuviéramos que transportarnos y exponernos al frÃo de noviembre.
— Voy a la biblioteca — dije al salir de clase.
— ¿¡A qué!? — me preguntaron escandalizados, como si fuera lo más ilógico del mundo, lo menos pensado y más aburrido.
— Quiero conocerla, me da curiosidad.
Mi respuesta bastó para calmar el escándalo. Pensaron que me dirigÃa a la biblioteca de la universidad y no a la regional. En realidad, no serÃa raro que sà fuera a encerrarme en uno de los cubÃculos de la biblioteca de la universidad, pero ese es otro cuento.
Una de mis lecturas actuales es sobre las bibliotecas y eso me ha inspirado un montón. Creo que a veces se nos olvida lo importantes que son, no por nada han sido blancos en medio de las guerras.
La Biblioteca Regional de Murcia es acogedora, como suelen ser los lugares llenos de libros. Tal como lo decÃa mi lectura (La Biblioteca en llamas), estos son templos perfectos para escapar, huir del resto del mundo, encontrar refugio y embarcarse en nuevas historias.